10 junio, 2022

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Detrás de toda conducta disruptiva existe un dolor emocional que hay que reparar

El programa Gugan parte de un enfoque muy concreto y diferente a otros programas que existen, actualmente, en torno a la educación emocional. Sobre la base del programa está la Neurociencia, constituida, en gran medida, a partir de las aportaciones de Joseph Ledoux, psicólogo y científico americano que estudió el procesamiento del dolor, clave para entender el componente emocional presente en todo proceso de aprendizaje. Dos son las premisas del estudio teórico de Ledoux que tiene en cuenta el programa GuGan:

Premisa 1 – El procesamiento emocional de nuestro cerebro precede al cognitivo

Cuando un estímulo es percibido por nuestro cerebro, y antes de que nuestro consciente se percate de él, se han puesto en funcionamiento las estructuras relacionadas con el procesamiento emocional, es decir, el sistema límbico y, en concreto, la amígdala. Esta estructura tiene como misión fundamental captar si el estímulo en cuestión es potencialmente peligroso o doloroso para la persona. En caso afirmativo, la amígdala desencadena una conducta de protección que podemos tildar de provocativa, exagerada e incongruente. Se trata de una respuesta automática e inconsciente, y siempre tiene lugar antes de que se ponga en marcha el funcionamiento cognitivo pertinente. Las expresiones verbales o corporales del tipo, “no podré”, “no soy capaz”, “soy malo en…” pueden constituir una evidencia de que se desencadena un proceso emocional previo al cognitivo que va a dificultarlo e incluso a impedirlo.

Premisa 2 – La configuración de la sensibilidad emocional de la amigdala juega un papel fundamental en la conducta humana

Es como si se tratara de un almacén de memoria emocional. No hay experiencia vivida que no conlleve un sentir emocional. Si esta sensibilidad es muy negativa, queda almacenada en la amígdala y va a convertirse en una señal de alerta en el futuro. Si este sentir emocional tiene un marcado carácter de dolor, malestar, se va a manifestar con una gran inseguridad. Por tanto, cognición y emoción forman un todo, pero los mecanismos cerebrales que las generan son diferentes.

El programa Gugan es innovador en cuanto a que se focaliza en la importancia de entender las conductas disruptivas, provocativas e inadaptadas que, a menudo, tienen lugar en el contexto escolar, como comportamientos emocionalmente inmaduros, desencadenados por el dolor emocional antes mencionado y, sobre todo, completamente involuntarios.

El programa Gugan señala la necesidad de evitar la tendencia a razonar y a aplicar lo que nuestra lógica racional nos dicta ante estas conductas cuyo origen es claramente emocional, ya que sólo actuando en este origen ayudaremos a la persona a sentirse más segura de sí misma, lo que implicará, sentir menos peligro y, por lo tanto, las conductas problemáticas que manifestaba terminarán por desvanecerse. Para ello, el programa Gugan propone y establece los recursos adecuados para conectar con los procesos emocionales del alumnado mediante técnicas de comunicación indirecta, de entre las cuales, la metáfora es la estrella. La comunicación metafórica conlleva un componente emocional y, con ello, vamos a activar los procesos emocionales buscando que la persona pueda apoderarse de un cambio en la polaridad de su sensibilidad. De este modo, no solo cambia la conducta, sino que y, sobre todo, se produce una maduración personal que redunda en una mayor seguridad en una mejora en el bienestar emocional y personal.

El programa Gugan es, sin duda, una respuesta neurocientífica eficaz al importante reto de educar emocionalmente en los centros educativos y, a su vez, supone una gran aportación para la docencia en general, para la relación docente-alumnado y, también, para la orientación psicopedagógica.

Autora: Carme Timoneda, coautora del programa Gugan, doctora en Educación y experta en Neurociencia.

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