Si hubiera la posibilidad de traer a la realidad la escuela con la que soñamos, ¿cómo sería? En 2018 todo empezó con esta pregunta. Empezamos a dibujar un horizonte común con todos los agentes escolares de la época (familias, alumnado, trabajadores) y con los que lo eran en el pasado. La escuela debía servir para ayudar a toda persona que pasara por ella a construir su propio sentido vital. Para ello acordamos varios principios: cada persona es irrepetible y única, necesita de una comunidad sana para su desarrollo, el amor es una fuerza transformadora de la realidad y el diálogo con la transcendencia tiene importancia en la construcción del sentido vital. Para que todos podamos entenderlo: las personas que pasan por la escuela deben aprender a amarse, a comprenderse y a mejorarse a sí mismas, a la escuela y al mundo.
Amar, comprender y mejorar, las hemos traducido al lenguaje educativo de la siguiente manera: inclusión (toda persona debe sentirse protegida en la escuela), transferencia (lo que ocurre en el aula debe tener sentido en los contextos cotidianos) y empoderamiento (el alumnado debe tener una mirada propia). Y aquí vino nuestro reto: ¿cómo conseguir la inclusión, la transferencia y el empoderamiento en cada etapa de 0 a 18 años?
En lugar de revestir de tecnicismos el trabajo de años, quizá ayuda más una imagen: si accediéramos a una clase de ESO, veríamos lo que antes eran dos clases o grupos juntos en el mismo espacio trabajando en equipos de tres. No veremos clases magistrales y si preguntamos al alumnado, no sabrán responder a qué asignatura corresponde esa franja del horario. Hemos organizado todo el curso en nueve proyectos interdisciplinares basados en retos que los grupos de alumnas/os deben sacar adelante a partir de la información colgada en nuestra plataforma digital. Están acompañados de un reducido grupo de profesoras/es que imparten toda su jornada en esta clase, al menos tres en cada momento y, al margen de ellos, también habrá profesorado en prácticas y voluntarias/0s (ex-alumni, familias…). Objetivo: hacer un seguimiento cercano a los equipos de trabajo. Lo que trabajan en grupo sirve al alumnado para superar varias pruebas que realiza de forma individual y semanal. Por lo tanto, la evaluación tiene varios momentos. Por un lado, el trabajo en equipo y por otro, los trabajos individuales y un último reto individual. Tras cada prueba, recibe una corrección para poder mejorar de cara a la siguiente. Al mismo tiempo, hemos creado recursos para que aprendan a evaluar su trabajo y vayan avanzando poco a poco en su carrera académica dependiendo cada vez menos de los demás. Estos recursos están disponibles en todo momento tanto para las familias como para la escuela.
Aunque en el resto de etapas el modelo no se repite exactamente, el camino es el mismo: metodologías activas, investigación, proyectos intergeneracionales, varios adultos dentro de la clase, colaboración con las familias para garantizar la inclusión, la transferencia y el empoderamiento de la etapa. Estamos ante una escuela más abierta, con posibilidad de tomar decisiones entre todos los agentes.
Seguro que muchos estarán preocupados por los resultados al leer estas líneas. Pero en el horizonte de esta transformación también estaba ese objetivo. Los resultados sociales son evidentes: ha bajado el número de conflictos y su gravedad. También han mejorado los resultados académicos en general y significativamente en el alumnado que necesita una atención más individualizada. Otra foto: en un grupo de trabajo hay dos ucranianos juntos. Uno recién llegado, el otro lleva años aquí. Nuestro formato de trabajo permite trabajar al recién llegado. Está en el nivel correspondiente en la mayoría de las materias, aunque debe mejorar en castellano y euskera. Imaginad esta situación en el formato anterior, escuchando explicaciones magistrales de las materias de Historia o Biología.
Seguro que en adelante tendremos que hacer mejoras, pero el camino que nos acerca a la escuela que soñábamos, el camino para querernos, entendernos y mejorarnos, ya lo hemos iniciado: «Larramendi bidea«.
Autor: Jokin Guilisagasti, director pedagógico, Larramendi Ikastetxea.