11 diciembre, 2020

Blog KE Innova

La música, un puente de amor…

…bien podría resumir lo que supone este arte para mi alumnado y para mí. La música nos ofrece una vinculación emocional tan sublime que su proceso de enseñanza-aprendizaje es, simplemente, natural.

Llevo 23 años en el colegio Inmaculada Concepción de Abetxuko disfrutando de la enseñanza de la música. Confieso que, en términos laborales, no podría vivir sin mis nueve horas semanales de música. ¡Ojalá fueran más! ¿Sabíais que varios cursos de 3º de ESO reivindicaron que prosiguiera esta asignatura hasta el final de secundaria? ¡Qué orgullo!

A día de hoy, mi ímpetu y mis ganas no han hecho más que crecer desde aquel día que me presenté en el colegio con mi piano, mi acordeón, mi ópera y, ¡cómo no! con mi grupo favorito: Queen. ¿Y por qué lo vivo así después de tantos años? Diría que la respuesta es simple: se trata de amor. Un amor hacia la música que ha ido in crescendo a través de la respuesta de mi alumnado durante todos estos años. Desde el más pequeño, con esa mirada de admiración y curiosidad que me nubla la vista; hasta el más mayor, con su actuación responsable y pensamiento crítico.

A medida que van pasando los años, el alumnado va haciendo suya la asignatura, hasta el punto de que son los alumnos y alumnas de 3º de ESO, 14-15 años, los que se encargan de toda la preparación del número musical para el Festival de Navidad: decorados, vestuario, luces, coreografía… Este es el momento en el que muchos descubren lo importante de orquestar bien todos los trabajos, tanto los del backstage como los del frontstage, para que la actuación del escenario brille como debe.

No obstante, el Festival de Navidad no es más que el aperitivo de su año artístico ya que a partir de la 1ª evaluación comenzamos con la preparación del musical: una auténtica vivencia ofrecida desde la unión de Educación Física y Música, con la colaboración de todo el equipo docente quien generosamente nos ofrece tiempo de sus respectivas áreas. ¡Cuánto aprendemos!, ¡Cuánto sufrimos!, y ¡Cuántas lágrimas al oír el último acorde, seguido de la más bella forma de recibir agradecimiento: el aplauso del público!

Cuatro años, nada más y nada menos, llevamos montando musicales: Grease, We will rock you, Mamma mia y, este año, Sister Act. Es una experiencia absolutamente vital, emocional, y solo lo positivo permanece en nuestra memoria, más aún, teniendo a nuestro exalumnado que nos lo recuerda cuando nos visita en el centro.

Hace un par de semanas un grupo de artistas llama a mi puerta y, como si del día siguiente del estreno se tratase, me comentan:“¡Es lo mejor que me ha podido pasar!”, «¡Me he conocido como persona!«, “No sabía que era capaz de hacerlo!«, «¡Si hay esfuerzo, hay recompensa!”…Y así, podría seguir sumando testimonios. Ellos y ellas son los que alimentan mis ganas de seguir con el trabajo en el aula, día a día, tras 23 maravillosos años.

Termino con una frase muy mía, parte de mi propia esencia, que conoce todo aquel que haya pasado por mi aula : “Quien ama la música, ama la vida”.

Autora: Mariola Letamendia, Profesora de música del Colegio Hijas de la Inmaculada Concepción de Vitoria-Gasteiz

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